¿Cuántas estrellas tiene tu hotel?

por maría belén moncayo

“Duermo en el piso como lo haré en la tumba” es lo que dice con trágica ironía uno de los obreros que protagonizan 9 Star Hotel, documental palestino-israelí, de 78´ de duración, realizado en 2006 por Ido Haar (Jerusalem, 1970). Haar, realizó con anterioridad dos cortos argumentales y otro largo documental: Melting Siberia (2004).  9 Star Hotel ó Malon Tisha`a Kochavim -si referimos su título original- ha sido parte de la Selección Derechos Humanos en importantes festivales de todo el mundo. Ganó el premio a la Mejor Película de esta selección en el 9º. BAFICI (Buenos Aires, 2007), por mencionar solamente uno de varios galardones recibidos.

En Hotel 9 estrellas un grupo de palestinos se gana precariamente la vida construyendo edificios lujosos en territorios ocupados por Israel. Su trabajo tiene un membrete clandestino y ellos son considerados ilegales. Los estrictos controles fronterizos les obligan a ocultarse en las colinas aledañas a la ciudad para conservar su trabajo.  Que, por otro lado, significa mantener el sustento de sus familias y la continuidad de las plazas laborales. La colina, helada e inhóspita, es el sub-hogar donde recuerdan haber nacido, terminan de crecer, consideran reproducirse y tal vez van a morir. Sus casas de cartón, madera y plástico devienen en contenedores seguros de sus sueños; no así las que construyen donde la policía acecha sin tregua.

 

Ido Haar propone en este documental un fascinante retrato de la dignidad humana. Ver a través de sus ojos es aproximarse con profunda honestidad y compromiso hacia el presente de sus protagonistas: la noche a noche de sus mortecinas vidas.  Sin embargo de esto, Haar se deja llevar por Muhammed y  Ahmad, dos de los operarios que cobran mayor presencia en su obra.  El humor negro del primero y los ensueños del segundo son material suficiente para que el realizador de rienda suelta a su carga poética.  El resultado de esta complicidad es la puesta en escena de un universo desprovisto de todo dramatismo.  Un paraje donde mofarse del holocausto, comentar lascivamente sobre la mujer policía del borde y parodiar sobre el futuro es completamente posible. Por el contrario, no es posible ver los rostros y oír las voces de quienes explotan a estos hombres.  Apenas por unos segundos se nos muestra a la policía haciendo patrullajes nocturnos. Así mismo, el conflicto bélico de Medio Oriente es uno más de los temas de sus singulares conversaciones.

Esta muy bien lograda  estrategia del director nos permite seguirlo sin culpa y engancharnos a su vena sensible; ergo, no nos queda difícil ver la belleza encerrada en la basura que guarda el grupo como grandes tesoros: un carrito destartalado, pero que aún pita ó el esqueleto de un ordenador.  Se sentiría que cada desperdicio es una las nueve estrellas de su hotel.

La cámara y los protagonistas se vuelven un solo cuerpo: alerta, siempre alerta. Y, por supuesto, componen su propia banda sonora: escuchan música en sus teléfonos celulares, improvisan canciones mientras descansan y callan cuando las sirenas los acosan. La comunicación con tecnología de punta sumada a la camiseta de Muhammed que lleva impresa la palabra STOP,  a su sombrero vaquero y a sus gafas de sol a la moda, nos revelan el relato universal que atraviesa el film: este look y este tipo de vida bien pueden repetirse en otras latitudes. En la latitud cero sin ir más lejos. He ahí otro gran acierto de Haar, hacer de su documental un espejo en el que pueden mirarse los unos a los otros. Un eco que nos recuerda que en Quito podemos leer un graffiti que dice: “Señor albañil, cuénteme, a Ud. quién le construye sus sueños???”