(Esta entrevista fue producida y publicada en 2012 en www.ochoymedio.net. Se publica en esta página con su autorización)
ENTRE LA MARAÑA DE ATAVÍOS RETÓRICOS QUE AHOGAN EL AUDIOVISUAL ECUATORIANO, ABORDAR LA RIGUROSA OBRA DE ILICH ES COMO METERSE EN LA PISCINA HELADA NI BIEN UNO HA SALIDO DEL TURCO. ILICH PROPONE UN ‘VOLVER A CERO’, UN DESPOJO CALCULADO DE TODO INTENTO NARRATIVO, COMO SI METIENDO EL CHICLE EN EL DISCO DURO -Y PARANDO LA MÁQUINA- PODEMOS RECIÉN ABRIR LOS OJOS Y EMPEZAR A MIRAR.
Ilich Castillo (1978), estudió Artes Visuales en el ITAE Guayaquil donde ahora es docente y programa el Cineclub. Fue miembro del colectivo La limpia (2001-2006). Entre sus recientes exhbiciones se incluyen: “Fuera de campo (con Glitch)”, OchoyMedio, Quito (2010); “Lo que las imàgenes quieren”, Fundaciòn ICO (2007), Madrid; Bienal Interamericana de Video BID (2010), Washington; “Pasado Imperfecto” Centro,Cultural Sao Paulo (2011); Bienal Internacional de Cuenca (2011).
¿Desde donde/cuando te aproximas a la práctica del video?
Bueno, la verdad es que tampoco es nada idílico, hago video porque pintar me resulta tedioso y casi siempre me pone de mal humor. No sé como explicarlo pero desde muy chico me resultaron seductoras las tecnologías de la representación. En 2002 compré mi propia cámara y desde entonces me la pasé haciendo pruebas y registros sin ningún resultado aparente. Recuerdo que con aquella cámara lo que mayormente hice fue grabar a la familia de maneras muy prosaicas y cuando yo no la usaba por allí me la pedían prestada para registrar eventos de corte familiar. Fue en esos días que empecé a experimentar cierto hastío y una secreta decepción por todo recuerdo filmado. No podía explicar porqué todo se asemejaba a la muerte. Concluí que “no hay nada mejor que recordar con ayuda de la memoria” de manera que guardé la cámara por mucho tiempo (incluso hasta la mezquinaba para no tener que dar más explicaciones). Pienso en esta experiencia inicial como un antecedente importante para una posterior revancha con el medio. Ya después de mi entrada al ITAE (Instituto Tecnológico de Artes de Ecuador) paradójicamente me enganché más con la edición al punto que a diario pasaba más horas frente a la computadora que filmando. Creo que desde esos momentos me tomé más en serio la posibilidad de levantar una discursividad a través del video.
¿Cómo se relaciona con tu trabajo de representación en dibujo-pintura y otros medios?
Te cuento que de pequeño tuve una relación muy fuerte con el impresionismo, su marco histórico, científico, técnico, etc. que sé yo, son esas cosas que definitivamente lo marcan a uno. Recuerdo que Manet me resultaba atractivo por el carácter inconcluso de su pintura. Si bien ahora mi obsesión por la naturaleza de la representación se ha mantenido, veo en mis motivaciones ideo-estéticas una discursividad entorno a las problemáticas de resolución. Cuando empecé los trabajos con año viejos, por ejemplo, me llamaba mucho la atención la evolución de este dispositivo de catarsis al punto que lo leía de forma tipológica, como un sistema de representación local donde su maniobrar mimético no afectaba su uso social. Recuerdo que después de “Cómo se encienden los discursos populares según Homs” quise generar una retorica personal entre la pintura y escultura de una iconoclastia muy ambigua, de hecho hice algunas piezas más en esa línea pero terminé aburriéndome pronto. Por esas misma épocas las implicaciones filosóficas en torno al tiempo en el video me hicieron clic en la cabeza, quizás es desde allí que empiezo a generar las primeras obras que ven luz publica, dicho sea de paso, algunas de estas terminan siendo breves ensayos (algo tardíos) sobre la presencia del presente representado, etc.
¿Puedes explicar el proceso operativo que aplicas en la serie de videos con glitches?
Cuando empecé a trabajar con glitches las fuentes de donde estos provenían eran diversas, podríamos localizar por lo menos dos grandes corrientes, los glitches naturales y los provocados. Mis primeras piezas con este recurso se dieron aparentemente de forma fenomenológica, es decir, como acontecimientos que saltaban a la vista, sin cálculo ni aviso, y muchos de ellos se deben a problemas de compresión de los formatos mpeg2. Ya después googleando un poco me enteré de otro procedimiento que fue el que aplique en piezas como “Que tan lejos esta el triunfo de la voluntad” o “Foreign Lastnames”. El proceso es en realidad muy simple, lo que haces es tomar algún archivo de video y abrirlo en un programa de texto, como WordPad o Text Edit y ya desde allí cualquier alteración que hagas, sea añadir o sustraer algún dato que guardes se tornará en glitch, si bien es cierto también es interesante constatar que algunos reproductores de video harán que las afectaciones varíen (no es igual reproducir el video en QuickTime que en VLC) lo cual también tiene su gracia. La particularidad de estas piezas es 1: su permanente naturaleza textual, ya sea en su estadio diegètico de créditos o en su base de datos abierta donde se depositan los nombres; y 2: el continuo fuera de campo que poseen, puesto que su única manifestación es el síntoma destructivo de la imagen. Me gusta pensar en ellas como collages no visuales donde la verosimilitud de la acción descanse en cada espectador. Otra cosa importante es que con la aplicación de este recurso sentí la necesidad de socializar los procedimientos que iba encontrando, o incluso los que yo usaba, era un poco como devolver el favor a otros de las cosas que me enseñaron. En lo personal es un encanto ver aparecer algún glitch, excepto cuando no se los necesita.
Detecto en tus videos un afán de pensar en la representación y al mismo tiempo, como con la misma viada, operas un efecto deconstructivo, iconoclasta. Cuéntame las razones detrás de las decisiones editoriales que has tomado, me refiero a la selección de videos que has escogido para aplicar de manera consciente y deliberada, los ‘glitches’.
El glitch opera en la materialidad misma del video, quizás como práctica comparable, con sus debidas distancias, a las experimentaciones de Brakhage sobre el celuloide y a ciertas metodologías del cine estructural. Menciono esto porque es desde la influencia de estos presupuestos donde desarrollo algunas de las ideas con este recurso. En cierta forma mantengo algunos intereses ya existentes, como por ejemplo la posibilidad física de “filmar” con representaciones de cámaras, pero por otro lado continúo explorando una serie llamada “Narraciones Nativas” donde las fijaciones por los relatos locales se dirigen ahora al audiovisual nacional. En algunos casos las piezas apuntan directamente al cine ecuatoriano, aproximándose a éste de maneras lúdicas y espontáneas, en otras de formas un tanto más analíticas, no sé si tiene sentido pero en muchos casos hay una ecología del glitch que condiciona definitivamente la operación a efectuar en muchas de las piezas, lo cual necesito respetar y potenciar, ya me pasó una vez en la que estuve atascado con un video por mucho tiempo porque no diferenciaba entre la pirotecnia de la posproducción y el acontecimiento fenomenológico del glitch, y si no estoy preparado para discernir su conducta solamente me encontraré con un resultado formal.
Me contabas que habías tomado un año sabático de la producción de obra– ahora que este año ha culminado ¿hacia donde encaminarás tu trabajo en video?
Años viejos de Glitches, no suena mal… Bueno, no sé, pienso que por un lado tengo unas ganas tremendas de dibujar y por otro lado de desarrollar algunos apuntes en video que tengo esperando hace un par de años y que no pude darme el tiempo de filmar. Sigo interesado en el concepto de frases fílmicas, en la potencialidad de la puesta en escena de aquellas cosas, probablemente me aventure a rodarlas en formatos nuevos para mi como el super 8, etc. A la final si no les gustan estas ideas también tengo otras.